“La Inteligencia Artificial con propósito” se convirtió casi en un mantra en ámbito de la salud. Para Jorge Pérez, Co-Fundador y director de IA en la chilena Cero.ai, lograr ese objetivo casi espiritual resulta en más pacientes atendidos y menos turnos perdidos. La clave -según el ejecutivo que participó del XXVIII Congreso Argentino de Salud ACAMI– no está solo en la sofisticación del algoritmo, sino en la solidez de la infraestructura que lo soporta: un ecosistema de datos robusto, ético, estandarizado e interoperable. “La verdadera transformación de la gestión sanitaria comienza con el compromiso institucional de lograr una interoperabilidad plena”, afirmó.
Escenario. La coordinación entre el paciente y el centro médico es compleja. Altos porcentajes de ausentismo con su consecuente impacto en la capacidad instalada, pacientes que acuden al establecimiento de salud sin la preparación adecuada para realizar su consulta o estudio, influyen en un personal administrativo y operativo cada vez más saturado sin posibilidad de proyectar su labor porque deben atender los cambios de última hora. “Estos desafíos no son exclusivos de un país, los vemos en toda Latinoamérica, son los problemas del día a día. Y es precisamente ahí donde la Inteligencia Artificial (IA), aplicada con propósito y pragmatismo, está demostrando ser un aliado transformador”, aseguró Pérez.
“En Cero partimos de un dolor muy concreto: la brecha de comunicación entre los centros de salud y sus pacientes, que resulta en la pérdida de turnos valiosos. Cada turno perdido es un recurso desperdiciado y un paciente que no recibe la atención que necesita”. Para resolverlo, utilizan IA como un motor para orquestar una comunicación fluida y natural con cada paciente. A través de canales cercanos como WhatsApp, automatizan la confirmación de turnos, la gestión de reprogramaciones, el envío de indicaciones de preparación y la resolución de dudas frecuentes. “Esto libera al personal administrativo de tareas repetitivas y les permite enfocarse en los casos más complejos”, afirmó.
No (es) magia. Según el ejecutivo, “es crucial entender qué sí hace y qué no hace esta tecnología, especialmente en un sector como la salud”. Un modelo de lenguaje como GPT no “aprende” ni “entiende” en el sentido humano. Su habilidad radica en predecir la siguiente palabra más probable en una secuencia. En este sentido, ejemplificó: “Si le damos la frase ´El paciente con 140/70 probablemente padece de…´, el modelo completará con “hipertensión” no porque haya realizado un diagnóstico, sino porque estadísticamente es la continuación más lógica basada en los miles de millones de textos médicos con los que fue entrenado.
Pérez sostiene que comprender esta lógica permite enfocar la IA en su verdadera fortaleza: “la automatización y optimización de procesos a una escala y con una eficiencia que antes eran impensables”. Y aseguró: “La IA ha demostrado ser tan efectiva en procesos para la salud que las barreras de entrada se han reducido drásticamente en comparación con tecnologías previas. Hoy, la revolución tecnológica es más accesible que nunca”.
Aunque para que el potencial de la IA en salud sea cada vez más efectivo, lo primero es contar con interoperabilidad porque “sin datos correctos, disponibles y oportunos, la IA no pasa de ser una tecnología vistosa, pero sin impacto real”. Pérez ejemplificó: “un modelo de IA que busca priorizar una lista de espera necesita datos clínicos confiables para funcionar, o un sistema de coordinación de turnos automatizado requiere una conexión fluida con el turnero del hospital”.
Pilares. El enfoque de Cero se apoya en tres pilares tecnológicos: interoperabildiad, comunicación efectiva y foco en paciente: “Nos integramos con los sistemas existentes del sanatorio u hospital, evitando la doble digitación y permitiendo flujos automáticos de ida y vuelta; utilizamos los canales que los pacientes ya usan, adaptando el mensaje y el momento para maximizar la contactabilidad y la respuesta; y hacemos que la tecnología se adapte al paciente y no al revés”, profundizó Pérez
Hoy, Cero apoya a más de 350 centros de salud en Latinoamérica, incluyendo Chile, Argentina, México, Colombia y República Dominicana. “En Chile, nuestra tecnología es utilizada por el 60% de los hospitales públicos de alta complejidad”, aseguró.
